¿A qué nivel necesitamos cambiar? Los niveles lógicos: Una herramienta clave para el cambio personal.

La primera y más importante de las 8 claves de “Sonríe los lunes” es “No quejarse, actuar”, que en esencia consiste en asumir nuestra parte de responsabilidad en nuestra felicidad en el trabajo.

Cuando en nuestro trabajo queremos cambiar nuestra situación, pasar de un estado actual “A” a un estado desdeado “B”, podemos “actuar” a diferentes niveles. Robert Dilts, uno de las personas que más ha contribuido al desarrollo de la PNL (programación neurolingüística) acuñó el término “niveles lógicos” para referirse a estos niveles de actuación. Son los siguientes:

Nivel de entorno. ¿Dónde?

A veces, para conseguir el estado deseado es suficiente con cambiar nuestro entorno, cambiar el dónde.

Nivel de comportamiento. ¿Qué?

En muchos casos cambiar de entorno no es solución y puede ser necesario cambiar nuestro comportamiento, cambiar el qué estamos haciendo. Y no es sólo el saber qué comportamiento cambiar sino, sobre todo, el querer cambiarlo (es decir estar dispuestos a pagar el precio que supone hacer lo que tenemos que hacer).

Nivel de habilidad. ¿Cómo?

Puede que sepamos lo que tenemos que hacer,  pero no sepamos cómo hacerlo. Para los detalles del cómo podemos formarnos y aprender las técnicas y habilidades necesarias.

Nivel de creencias. ¿Por qué?

Puede que sepamos lo que tenemos que hacer y cómo hacerlo, lo pongamos en práctica pero aún así no consigamos resultados. En este caso puede ser que haya un bloqueo interno provocado por mapas mentales erróneos sobre cómo funcionan las cosas. Estos mapas, que podemos tener en nuestra cabeza de manera consciente o no consciente, pueden sabotear nuestros intentos de cambio. Estos mapas mentales o maneras de ver las cosas son lo que llamamos creencias. Son nuestro modelo de cómo funciona la realidad que nos rodea, nuestra explicación del  por qué de las cosas . Nuestros comportamientos y estados de ánimo surgen naturalmente de estos mapas mentales y a largo plazo no es efectivo cambiar comportamientos  sin cambiar las creencias de las que surgen estos comportamientos.

Nivel de identidad  ¿Quién?

A veces, para conseguir el cambio que queremos, es necesario actuar a nivel de cómo nos vemos a nosotros mismos, es decir, a nivel de las creencias que tenemos sobre nosotros mismos, o lo que es lo mismo, a nivel de quién somos para nosotros mismos. Estas creencias son las más profundas y las que más determinan, muchas veces sin que nos demos cuenta, cómo vivimos nuestra vida. Un cambio a nivel de cómo nos vemos a nosotros mismos, de quiénes somos para nosotros mismos, es el cambio más poderoso y duradero (aunque no el más fácil ni rápido) que podemos llevar a cabo en nuestras vidas.

Ejemplo

Supongamos que Antonio es compañero de Daniel. Daniel está cometiendo errores sistemáticamente en los inputs que debe proporcionar a a Antonio. Esto crea diversos problemas a Antonio. Quejas de sus clientes, tiempo perdido buscado información que debería haber proporcionado Daniel...

Ante este problema Antonio podría actuar de diferentes maneras según los varios niveles lógicos:

Nivel de entorno. Antonio podría decidir hacer un cambio de entorno para que su problema, Daniel, desaparezca. Por poner un ejemplo, podría solicitar a su jefe un cambio de función para no depender más del trabajo de Daniel.

Nivel de comportamiento. Su comportamiento hasta este momento ha sido el de no hablar directamente con Daniel, que tal como lo ve Antonio es una persona de trato muy difícil y que se enfada con facilidad, y tratar de solucionar él mismo los errores en los inputs de Daniel, que al fin y al cabo son generalmente pequeños. Un comportamiento diferente podría ser hablar con Daniel para hacerle consciente del problema y pedirle que corrija los errores en la información que le suministra.

Nivel de habilidad. ¿Cómo decirle a Daniel que hay un problema con sus inputs sin dañar la relación con él?. Antonio puede aprender alguna de las muchas técnicas de comunicación que existen para dar feedback negativo respetuosamente. Por ejemplo, puede poner en práctica, entre otras muchas opciones, la técnica del “sándwich” en la que el feedback negativo viene precedido y seguido de un feedback positivo sobre algún comportamiento positivo y sobre él como persona que aprecia y valora.

Nivel de creencias. Supongamos que Antonio aprende alguna de estas técnicas y la pone en práctica para dar feedback negativo a Daniel pero que no funciona. Daniel reacciona mal, o dice que intentará mejorar pero sigue haciendo lo mismo. Puede que en este caso un cambio a nivel de comportamiento o habilidad no sea suficiente y Antonio necesite trabajar a nivel de sus creencias.

Si Antonio tiene la creencia errónea de que Daniel es una persona de trato muy difícil y que es imposible obtener nada de él a través de una petición razonable, es muy probable que por mucho y muy bien que ponga en práctica la técnica del “sandwich”, ésta técnica no sea efectiva. Sus creencias le dicen que no es posible que funcione, y claro, no funciona. Antonio puede poner en duda temporalmente la antigua creencia y probar a adoptar una creencia alternativa que le ayude en esta situación, buscando algún ejemplo que le sirva para sustentarla: “Daniel, a pesar de tener mal carácter, a veces puede ser cooperativo. Por ejemplo, cuando trabajó junto con Susana en el anterior proyecto. Supo escuchar y entender lo que Susana quería de él y hacerlo en plazos”.

Nivel de identidad. Aunque Antonio ponga en práctica la buena técnica y no se vea saboteado por creencias erróneas sobre Daniel, puede que todavía necesite trabajar a nivel de las creencias sobre sí mismo.  Si Antonio está convencido de que es muy malo influyendo sobre otras personas por muy bien que se aprenda las técnicas y que las ponga en práctica, lo más probable es que su subconsciente le acabe traicionando y, o bien su voz suene poco convincente , o bien su lenguaje corporal no sea uno de firmeza coherente con su petición. Igual que en el caso anterior, Antonio puede poner en duda temporalmente la antigua creencia y probar a adoptar una creencia alternativa que le ayude en esta situación, buscando algún ejemplo que le ayude a sustentarla:  “Sí, puedo ser convincente cuando quiero. Por ejemplo, el verano pasado conseguí convencer a mi mujer de  que nos fuéramos de vacaciones a Perú, a pesar de sus grandes reticencias iniciales”.

Así que la próxima vez que te enfrentes a un desafío en tu trabajo, párate un momento a pensar en qué nivel será más útil que te enfoques. Recuerda que aunque los cambios a nivel de creencias y de identidad son los más poderosos y profundos, también son los más difíciles, y no siempre son necesarios para muchos problemas que te puedas encontrar en tu trabajo.

Luis Rios