“La fórmula de la felicidad”: la ecuación que deberías conocer antes de plantearte cambiar de trabajo
Hace unos años, un grupo de investigadores estadounidenses publicaron un artículo en el que analizaban los factores que intervienen en la felicidad de las personas (S. Lyubomirsky, K.M. Sheldon, D. Schkade, “Pursuing happiness: the architecture of sustainable change”, Review of general psychology, 9 (2005) pp.111-131). En este artículo se afirma que los factores que influyen en nuestro nivel de felicidad se pueden agrupar en tres grandes categorías:
Nuestra genética personal
Nuestras circunstancias
Nuestros comportamientos y maneras de pensar
Si lo expresamos en forma de ecuación obtenemos lo que algunas personas han llamado la “Fórmula de Felicidad”:
F=R+C+V
Donde…
F es el nivel de felicidad (en el artículo en cuestión se define felicidad como la combinación de experimentar emociones positivas con un sentimiento de satisfacción general con la propia vida)
R es la componente dentro de nuestro nivel de felicidad asociada a un valor de referencia genético propio de cada persona.
C es la componente dentro de nuestro nivel de felicidad asociada a las circunstancias de nuestra vida. Cuando hay un cambio importante en nuestras vidas la componente C aumenta y puede ser grande. Sin embargo, según nos vamos acostumbrando a las nuevas circunstancias C disminuye. Cuando las circunstancias están estabilizadas y estamos totalmente habituados a ellas el peso de C es relativamente bajo.
V es la componente dentro de nuestro nivel de felicidad asociada a las acciones y maneras de pensar que están bajo nuestro control voluntario.
En este estudio llegaron a la conclusión de que el factor genético explicaba el 50% de las diferencias en los niveles de felicidad de las personas, las circunstancias el 10% y las diferencias en las acciones y maneras de pensar de las personas el 40% restante.
Dicho de otro modo, si cogiésemos a 100 personas al azar y por arte de magia pudiésemos hacerlos genéticamente idénticos, observaríamos que las diferencias en sus niveles de felicidad se reducirían un 50%. Si además pudiésemos ponerlos a todos en las mismas circunstancias (misma edad, misma situación de pareja, mismo estado de salud…) observaríamos que las diferencias en sus niveles de felicidad se reducirían en un 10% adicional. El 40% restante de diferencias en los niveles de felicidad observados se explicaría por los diferentes comportamientos y maneras de pensar que estas personas exhibirían en su vida cotidiana.
Este estudio analizaba niveles de felicidad (emoción positiva y sentimiento de satisfacción general) en la vida. No podemos afirmar que en lo relativo a la felicidad en el trabajo los pesos de estos tres factores sean exactamente los mismos. Sin embargo, este estudio nos sugiere que la influencia de nuestra genética, que desgraciadamente no podemos cambiar, en nuestro nivel de felicidad en el trabajo es probalemente más importante. Sugiere también que la influencia de las circunstancias en nuestro nivel de felicidad es limitada y que esta influencia tiende a disminuir cuando nos acostumbramos a las circunstancias. Además, cambiar las circunstancias puede no ser siempre sencillo. Y por último sugiere que la influencia de nuestros comportamientos y maneras de ver el trabajo es probablemente más importante que la de nuestras circunstancias. Nuestros comportamientos y maneras de ver el trabajo sí están bajo nuestro control.
Este estudio sugiere que, en muchos casos, para mejorar nuestro nivel de felicidad en el trabajo a largo plazo puede ser más efectivo trabajar sobre nuestros comportamientos y maneras de ver el trabajo que cambiar nuestras circunstancias (típicamente cambiar de trabajo), ya que después de un cambio de circunstancias siempre tendemos a habituarnos a nuestras nuevas circunstancias, por buenas que éstas sean.
En su libro “Los Mitos de la Felicidad” Sonja Lyubomirskiy nos habla de un estudio sobre la influencia del cambiar de trabajo sobre el nivel de satisfacción laboral llevado a cabo en Estados Unidos que llegaba a éstas mismas conclusiones.
“Un estudio trascendental sobre este tema realizó el seguimiento de unos directivos de alto nivel durante cinco años, a fin de rastrear su satisfacción laboral antes y después de un cambio voluntario de trabajo, como un ascenso o un traslado dentro de la misma empresa a una ciudad más atractiva. Tales directivos eran la mayoría varones, blancos, con una edad media de cuarenta y cinco años y un salario medio de 135000 dólares. A todos les iba bien. No obstante, lo que los investigadores descubrieron fue que los directivos experimentaban un arrebato de satisfacción – una luna de miel, en esencia – inmediatamente después del cambio de trabajo, aunque al cabo de un año la satisfacción se desplomaba y retornaba al nivel original previo al traslado. En otras palabras, lo que los ejecutivos experimentaban era una especia de efecto resaca. Por el contrario, aquellos que escogieron no cambiar de trabajo durante el mismo periodo de cinco años, experimentaron unos cambios insignificantes en cuanto a su grado de satisfacción con sus empleos.
¿Quiere esto decir que cambiar de trabajo es inútil o no tiene valor? En absoluto, lo único que nos dice es que la influencia en nuestro nivel de felicidad en el trabajo a largo plazo podría ser limitada una vez nos acabemos acostumbrando la las circunstancias del nuevo puesto. Cambiar de trabajo puede ser una oportunidad de aprender, de crecer, de mejorar nuestros ingresos. Además hasta que nos habituemos al nuevo trabajo el cambio sí que tendrá una influencia positiva en nuestro nivel de felicidad. Si tomamos como analogía un coche o una casa ¿Quién dice que deberíamos renunciar a comprar un coche mejor o una casa más grande y cómoda? Estas son cosas deseables, nos llenarán de satisfacción después de haberlas conseguido y seguramente nos hagan la vida más cómoda. No hay nada de malo en comprarse cosas o en cambiar a un trabajo mejor, siempre y cuando seamos conscientes de que probablemente, a largo plazo, cuando nos hayamos acostumbrado a las nuevas circunstancias, lo que nos dará la felicidad serán otras cosas que tienen más que ver con nuestro comportamiento cotidiano y nuestra manera de ver las cosas. Como alguien dijo alguna vez allá donde vayamos y hagamos lo que hagamos, siempre llevamos la clave de la felicidad dentro de nosotros mismos, es inútil buscarla fuera.
Por otra parte es indudable que en algunos casos extremos las circunstancias del trabajo sí pueden influir claramente en nuestro nivel de felicidad laboral a largo plazo (recordemos que según el estudio el 10% de las diferencias en los niveles de felicidad en la vida sí que se explicaban por diferencias en las circunstancias). Puede que no lleguemos a habituarnos a nuestras circunstancias laborales si tenemos un jefe que nos agrede y nos desprecia cada día o si somos víctimas de mobbing por parte de nuestros compañeros. Siempre seremos más felices en un trabajo cambiante en el que no cesamos de aprender y donde podemos expresar nuestros talentos y potencialidades que en otro en el que cada día es exactamente igual al anterior y no hay oportunidades para lo anterior. En estos casos extremos cambiar sí tendrá un efecto importante en nuestro nivel de felicidad laboral a largo plazo.
Suponiendo que no podamos o no queramos cambiar de trabajo, ¿qué podemos trabajar concretamente sobre nosotros mismos para mejorar nuestro nivel de felicidad laboral? ¿cuáles podrían ser algunos de estos comportamientos y maneras de ver el trabajo que podemos poner en práctica voluntariamente y que tienen influencia en nuestro nivel de felicidad?
El libro “Sonríe Los Lunes” y muchos artículos de este blog tratan precisamente de dar respuesta a estas preguntas. ¿Qué podemos hacer dentro de nuestro trabajo para ser un poco más felices con él?
A continuación tienes algunos ejemplos de estrategias. En el blog y el libro puedes encontrar muchas otras..
1. Estrategias que se centran cambiar nuestra manera de ver trabajo
Expresar gratitud.
Hay muchos estudios llevados a cabo en los últimos años dentro del campo de la psicología positiva (nueva rama de la psicología que aborda el estudio científico de la felicidad) que han demostrado el gran impacto de expresar gratitud en nuestro nivel de felicidad. En el post “Expresar gratitud para ser más feliz en el trabajo” puedes encontrar más información sobre esta estrategia así como ideas para ponerla en práctica.
Ver el trabajo como una oportunidad.
Todos tenemos mapas mentales en nuestras vidas que determinan completamente cómo interpretamos lo que nos sucede, cómo nos sentimos y cómo actuamos. La manera de ver tu trabajo es lo que determina casi sin que te des cuenta de ello, cómo piensas, cómo te sientes y cómo actúas en él. Muchas personas ven el trabajo como una obligación, algo que preferirían no hacer, pero que se ven obligadas a hacer para ganar dinero y vivir. Muchas de las personas que son felices en sus trabajos lo ven como una oportunidad: una oportunidad de aprender y crecer o de ayudar a otras personas. Esta forma de ver el trabajo es clave para ayudarte a ser más feliz y disfrutar con él. En el capítulo 4 del libro “Sonríe los lunes” puedes encontrar más información sobre esta estrategia así como ideas para ponerla en práctica.
2. Estrategias que se centran en cambiar nuestro comportamiento (el qué y/o el cómo).
Potenciar las relaciones en el trabajo.
El 99.9% de las empresas, managers y empleados de este mundo están mucho más enfocados en los resultados que en las relaciones humanas en el trabajo. Sin embargo, el tener relaciones positivas con las personas con las que trabajamos es igual o más importante que los resultados para ser felices en el trabajo. La necesidad de pertenencia, de aceptación y de ser amados es segunda en orden de importancia dentro de la pirámide de necesidades de Maslow, sólo por detrás de las necesidades relacionadas con la superviciencia (comida, sueño). Cuando tomamos consciencia de que en nuestras vidas vamos a pasar más tiempo con nuestros compañeros de trabajo, jefes y clientes que con nuestras familias y amigos, entendemos la importancia de las relaciones positivas en el trabajo. En el post “Las dos R de la felicidad en el trabajo: Resultados y Relaciones” puedes encontrar más información sobre esta estrategia así como ideas para ponerla en práctica.
Buscarse nuevos retos y aprender.
Si el nivel de dificultad de las tareas que llevas a cabo es inferior a tu nivel de habilidad, es inevitable que te acabes sintiendo estancado y aburrido en tu trabajo. Buscarse nuevos retos consiste en subir el nivel de dificultad de tus tareas, o directamente buscarte nuevas tareas, para que el nivel de dificultad sea acorde con tu nivel de habilidad. Si tu trabajo y tu jefe te lo permiten, buscarte nuevos retos es posiblemente el mejor remedio que tienes contra el aburrimiento laboral. Por otra parte, aprender cosas nuevas y desarrollarte es otra opción muy interesante a tu alcance si te sientes estancado. Puedes aprender dentro de tu propio trabajo (para esto puede que necesites el acuerdo de tu jefe) y también puedes formarte por tu cuenta fuera de él. Además, el formarte te puede abrir nuevas puertas y hacer que aparezcan oportunidades de cambio. En los capítulos 5 y 6 del libro “Sonríe los lunes” puedes encontrar más información sobre esta estrategia así como ideas para ponerla en práctica.